Aquellos que paseaban el pasado día 6 por la Plaza de las Flores de Murcia se encontraron con una sorpresa. Ahí sentado, al aire libre y frente a un tablero de ajedrez, el segundo mejor tenista del mundo y campeón de Wimbledon discurría y movía reyes, reinas, alfiles, peones y torres, y se medía con Rocío, Bartolomé y José, los tres miembros del club Thader Chess. En realidad, la imagen respondía a un anuncio grabado por la firma deportiva que viste a Carlos Alcaraz, aunque la ficción no lo era del todo. Al deportista, de 20 años y citado hoy (14.30, Movistar+) con el ruso Dannil Medvedev en busca del pase a las semifinales de la Copa de Maestros de Turín, le entusiasma este juego desde que su abuelo Carlos se lo enseñara cuando era pequeño y que, de hecho, suele practicar con asiduidad.
Dice Alcaraz que el ajedrez le ayuda a administrar los sentimientos y las emociones, y que en el fondo guarda varios paralelismos con el tenis porque en ambos la estrategia y la anticipación son fundamentales. “Mi abuelo me aficionó, y mis hermanos y mi padre también juegan en casa. En mi equipo también juegan muy buen Juan Carlos [Ferrero, su técnico], Albert [Molina, su agente] y Juanjo [Moreno, su fisio], así que solemos divertirnos jugando”, contesta a este periódico; “creo que te ayuda en muchas cosas, porque es muy de intuir qué va a hacer el otro y de pensar varios movimientos por delante; el tenis también va por ahí, de intuir los movimientos y los golpes. Además, la concentración te ayuda a estar más enfocado en la pista”.
Considera el murciano que su afición –unida a otras como el golf o los paseos en bicicleta– refuerza su agilidad mental y también su sentido táctico. “No te permite despistarte”, remarca en una impresión que seguramente comparte su rival en la tercera y definitiva jornada de la fase de grupos. Medvedev, de 27 años, también es un devoto del ajedrez. “Me sé las reglas, y a veces eso me basta para ganar a los amigos, pero sé que no destaco y que no tengo el potencial para ser ajedrecista profesional. Me motiva jugar contra amigos, leo libros y suelo mirar vídeos para tratar de mejorar; trato de mejorar mi tiempo de reacción”, exponía el de Moscú hace dos años en una conversación con este periódico.
Reconocido como uno de los jugadores más estratégicos, Medvedev representa siempre un reto mayor, por su capacidad para rehacerse e ir planteando trampas a lo largo de los partidos. Es, al igual que Djokovic, el dragón de las mil cabezas. No se sabe por dónde puede salir o cómo puede reaccionar. Alcaraz y él se encontrarán por cuarta vez esta temporada, y aun así, el equipo del español desconfía del abanico del ruso, capaz de ir por un lado y rectificar inmediatamente hacia el otro. Siempre desde esa trinchera infinita, tirando pasantes y amortiguando todo lo que le viene.
“Daniil es uno de los mejores, porque te exige ser paciente y a la vez agresivo; esperar tu oportunidad, correr, meter cinco o seis bolas para ganarte una opción, y aun así puede que no llegues… En el partido del US Open [semifinales, en septiembre], me fui mentalmente bastante tiempo y eso no puede pasar contra él. Sé cómo va a jugar y plantearemos nuestra estrategia”, decía el español tras imponerse a Andrey Rublev el miércoles, y recuperar así las opciones de progresar en este Masters pese a la derrota inicial del lunes contra Alexander Zverev. En un abrir y cerrar de ojos, un resurgir; queda por saber si tendrá continuidad o no.
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